miércoles, 29 de febrero de 2012

Pacto cumplido con San Judas Tadeo

El 12 de Noviembre de 2009 San Judas Tadeo- el santo de los milagros imposibles-y yo- el melgares de todos los desastres posibles- tuvimos una conversación corta e intensa que se puede consultar en este mismo blog. En ella le pedí al santo una gracia que nada tenía que ver con ingenuos o carnales encuentros con el amor ni con el gordo de aquella inminente navidad.


Ha tardado, sí, vamos que no se ha dado mucha prisa, pero es que los seres dotados de tan alta santidad van a su ritmo que, como es celestial, nada tiene que ver con nuestras prisas. Yo ya pensaba que mi petición había sido archivada en los asuntos irrelevantes de la jurisprudencia santoral o que, en el mejor de los casos, tal persona atemporal y santa no había vislumbrado mérito o virtud que le hiciese molestarse lo más mínimo. Pero ¡ay! que no vamos a aprender nunca. Las cosas honestas y exentas de ánimos de lucro que se piden, suelen llegar a ocurrir siempre que no se trate de pedir toparse con la lámpara de Aladino en una isla plagada de cocoteros, flores de almizcle y mujeres hermosas.


Tú sabes, San Judas, que nunca perdí la esperanza. Me refiero a la esperanza en esas buenas intenciones con que siempre se os ha vestido a los santos. Ya ves que no han podido conmigo la desidia y mis habituales arrebatos de patear sin compasión los proyectos que no salen y los días que no repuntan luz por ningún sitio.


Este último verano, no obstante, he estado a punto de hacerlo, de olvidarme de tí y de no guardar la compostura sospechosa de otras veces. Tal vez por eso te hayas compadecido de mí o tal vez no. Me da igual lo que haya sido, pero ya ves que, aunque maltrecho, he sido capaz de mantener la vertical y no perder de vista el norte de las cosas esenciales, a pesar de las carencias y a pesar de las tristezas. Y fíjate, es en esos tambaleos, en esas cabriolas a destiempo que uno no ha buscado o merecido, donde se logra crecer, y entonces, con ese aumento de altura, se acerca uno a los que como tú, estáis ahí, algo más arriba.


Gracias por tenderme esa mano amiga.


Y ahora, como ya prometí en aquella charla, voy a decirlo claro y alto para que todo el mundo se entere, aunque mis armas y mis palabras, comparadas con las tuyas, sean irrisorias y parcas. El día 1 de Marzo del año en curso comienzo una nueva andadura laboral después de 6 años de aburrimiento y hastío. Alguien importante de una empresa importante ha apostado por mi sin recomendaciones del portero del inmueble o el ministro de la presidencia, y a fé que voy a cumplir con el compromiso como ya supe hacerlo en otros tiempos: con entrega, dedicación, experiencia y brillantez, ¡ole mis cojones! La historia, mi historia, me permite hablar así. Y encima, San Judas, yo no sé si has sido tú también o no, pero me da igual, el agradecimiento también va en este caso para tí: por fin, una editorial como Dios manda apuesta por mi libro y se decide a editarlo gracias a que un crítico literario de indiscutible prestigio lo ha calificado con NOTABLE ALTO y "que debe publicarse sin discusión alguna". Será, Dios mediante, para el próximo mes de Mayo.


Así que cercano, lejano y querido santo San Judas, queda dicho, cumplido y agradecido con la más esencial de todas las fuerzas, la fuerza de ser consecuente con lo que se desea, se promete y ¡quién sabe! también la fuerza ganada con cada llanto y con cada firme recuerdo del que tanto ejemplo dio y que ya no está conmigo, con nosotros. Gracias.