Donde yo vivo amanece y anochece con esa apariencia que parece igualar al resto de los lugares del mundo. Pero a mí me da que no es así. Que donde yo vivo las noches son más intensas y las madrugadas difusas y cansinamente rebeldes, como si les costase trabajo despojarse del manto de la penumbra para abrazar la luz.
Donde yo vivo vive también otra gente, demasiada gente tal vez, una marabunta indefinible sin credenciales sectarios ni señas históricas de identidad, bultos a mis cada vez más torpes ojos que se mueven, estorban y roban el aire al aire con cada uno de sus errantes pasos, seres de dos patas que piensan también-supongo-, y que van a lo suyo, que no es lo mío ni cojón de pava me importa, y que contaminan los espacios y las ideas jodiendo al que, como yo, los contempla desde fuera de sus mundos aún con la certeza de que todos ellos pueden acceder a la conciencia de parecida perspectiva.
Donde yo vivo tambien lo hacen algunos seres inmundos, ratas paridas desde la matriz de ese infortunado anacronismo que debió transportarlos hasta esos tiempos pasados o futuros que nunca existieron ni llegarán. Seres que aúllan sin ser lobos y que andan haciendo ruído y dando puntapiés a todo aquello que aconseja prudencia, canívales de su primigenia dignidad, elementos asentados con orgullo en el propio disparate de escupir incansablemente sobre las normas, las leyes, la compasión y hasta la propia ignorancia.
Donde yo vivo hay ricos y pobres. Los primeros suelen enseñar sus patrimonios con la misma indecencia de las artimañas que usaron para conseguirlos. Los segundos se apuestan a la puerta de los supermercados cargados de piojos y de perros y tan solo saludan una y otra, y otra, y otra vez. Los primeros no dan propinas ni cambian jamás de séquito, suelen ir adornados de portentosos coches y repingados cuernos- los unos y las otras- y solo nombran a los que están más pertrechados que ellos. Los segundos se desvelan cada noche pensando si a la mañana siguiente quedará algo de aire para echarse a los pulmones y nunca caen en la cuenta de que con un buen cuchillo de cocina se pueden destripar un puñado de panzas llenas que atenúen la desigualdad. Pero logran, primeros y segundos, el milagro de convivir sin apenas denostación, estandarte y testigo formando el todo del cabo de las tormentas, el feliz diseño para algunos de esta puta humanidad.
Donde yo vivo hay gente que ama y gente que desea ser amada, gente que cree ser amada sin serlo y gente que solo se quiere a sí misma. Mujeres que quieren que se las quiera como no puede ser posible y hombres que solo pueden dar la parte alícuota que merecieron las otras. Y gente que dice estar enamorada sin saber lo que eso significa, y mansos que caminan con la cabeza agachada y los cuernos siempre a punto de salir. Y putas y putos de alta escuela que te la juegan en un plisplas por el mero regocijo de seguir engordando de trofeos sus vitrinas, y gente, mucha gente que lleva al otro enganchado a las espaldas buscando la cuneta apropiada para soltarlo hasta que sucumbe por el peso o por los años.
Donde yo vivo también hay políticos, ¡cómo no! Ellos son los salvadores de la patria, de esa patria rancia y maloliente a la que se acomodaban con orgullo y con coraje los dictadores y que ya apenas se lleva. Pero ellos, los políticos, la han reinventado para tener a nuestros ojos algo por lo que luchar.Donde yo vivo hay políticos tontos y políticos listos, los primeros son los que intentan inútilmente robar, los segundos son los que siempre lo consiguen. También los hay que no se ven "jartos" por muchos años de usura. Donde yo vivo hay políticos con cargos y políticos en libertad con cargos, de uno y otro sexo, de diferentes pelajes y cunas y semejante sonrisa triunfal. El poder los vuelve locos, esa llave que abre antes los cajones que las puertas de unas estancias donde guardan sus ahorros y sus esfuerzos los ciudadasnos de a pie, y así, en la codicia irrefrenable de su propia exaltación abarcan cargos incompatibles y ocupan, como podría hacerlo cualquier deidad, dos castillos al mismo tiempo. ¡Qué cojones!
Donde yo vivo hay poco trabajo, tan poco que ni la familia o los amigos reparan en la podredumbre que aniquila dia tras dia al buscador. Siempre es molesto urgar en la mierda aunque sea la de los otros. La familia y los amigos están hechos para las fiestas y los problemas absorben, como las nieblas, los parentescos. Cada uno va a lo suyo y sálvese quién pueda porque la clase empresarial hace tiempo que dio al traste con la casta de otros tiempos.
Donde yo vivo hay mujeres hermosas, algunas en su trotar esbelto por las aceras son imaginadas como salvajes máquinas de follar que rozan la perfección, a otras se les supondrán también mil y un valores más. Las hay feas, a veces, y ordinarias, a veces también, y chulescas, la mayoría de las veces, y malhabladas, aunque éstas resulten providencialmente silenciadas por el ruído callejero. Y vecinas buenas, muy buenas, y otras que simplemente lo están. Y mujeres inteligentes, más que la mayoría de sus contrincantes, los hombres, y mujeres que viven en sus burbujas y mujeres que viven de sus tragedias, es decir, que mueren un poquito cada día. Y mujeres que esperan incansablemente porque están hechas de hierro y de coraje, y mujeres que no están dispuestas a luchar y se derrumban porque están hechas de hojalata y cobardía.
Donde yo vivo tambien lo hace alguna gente que quiero mucho. De una u otra forma, pero mucho. Sin esperar pagar tributos o alcanzar prebendas. Mucho es mucho y nada más, no sé lo que es cuantitativo en esta condición emocional.
Donde yo vivo el paisaje es especial, no solo único como ocurre en todos los rincones de la Tierra. Hay luz a raudales, variedad de atardeceres, diversidad por un tubo, aguas azul turquesa y azul profundo, calidoscopios marinos en cualquier punto y olor a flores liliáceas y a palmitos apenas se sale del cascarón urbanita. Por eso hay que alejarse del hogar a la menor de cambio porque la luz y el viento de ese paisaje árido, cercano y desgarrador aleja la pesadumbre de los hombres.
Donde yo vivo...
"La patria, el honor, la libertad, ...¡de eso nada!: El Universo siempre gira alrededor de un par de nalgas, eso es todo..." Jean Paul Sartre
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