miércoles, 10 de marzo de 2010

10 de Marzo.

Un beso desde las descarnadas raíces de la memoria inagotable que tú mismo sembrastes en este alocado corazón. Un abrazo desde la infinita distancia que se hace ridícula cada vez que me sobresaltas con ese aliento que no cesa. Una mirada desde tus ojos que ahora son los míos y que me indican el camino a seguir. Un inabarcable agradecimiento: el de haber podido disfrutarte en toda la plenitud de tu inconmensurable sabiduría, paciencia, sacrificio y generosidad. Una revelación: la que me permitió saber de la condición divina de algunos hombres. Un deseo: el que volviéramos a nacer para tenerte de nuevo en casa. Y un mensaje innecesario: te queremos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

28 años y parece que se paralizó el tiempo, porque perdura diariamente en el recuerdo, y sí, totalmente cierto: la condición divina de algunos hombres. LO QUEREMOS.