lunes, 13 de julio de 2009

Un día cualquiera


A duras penas, como casi siempre, he logrado levantarme. Luego, el paso de las horas me ha devuelto a la normalidad. Rayando el mediodía, he finalizado las clases a mis dos niñas, los únicos y todavía inocentes seres que han confiado en una docencia surgida como un remiendo en los profundos rotos del fracaso. Mi perro ha continuado toda la mañana hecho un rosco junto a mis pies. Comienzo a sentirme inevitablemente atado a su calor y a la visión del movimiento pendular de sus enormes orejas. Creo que él siente algo parecido a pesar de que las mías -mis orejas- le pasan ingratamente inadvertidas. Oportunamente, minutos antes de irme a comer donde la mamma, he conectado con you tube, y el más grande entre los grandes, el inconmensurable Pavarotti, ha hecho acto de presencia interpretando junto a Elthon John "Live like horses". Minutos después ha cantado junto a Bono y Brian Eno "Miss Sarajevo". La mañana, llegados a este punto, ha alcanzado su punto más esencial, otra vez los pelos de punta, la emoción en el alma y en los ojos...y Pavarotti, un dios sobre la Tierra y ahora ya de manera incomprensible e inservible sobre el cielo. Ya en casa, con la mamma dando cojetadas y profiriendo todo tipo de improperios, he puesto unas papas en la sartén adornándolas con siete u ocho tipo de ingredientes. Un helado y al sofá. Allí me he recreado durante más de dos horas, como los desubicados, como los parias en familia, como los desempleados sin derecho alguno a la vuelta atrás, somnoliento, anestesiado por la calor y el aburrimiento y ojo cansinamente avizor a los movimientos de una araña que, según mis sobrinas, me rondaba la cabeza. A media tarde ha sonado el teléfono: unos rusos quieren ver la casa que llevo ya tres años intentando vender. Parece un chiste, mañana a la misma hora puede que me llamen desde Australia diciéndome que unos aborígenes quieren vivir también en las alturas. Mi hermano me ha visitado en la oficina y creo que he correspondido con hermanada precisión a sus propuestas. Eileen se ha presentado también con un bote de crema solar del 50 alegando sobre su sentido del humor. ¡Este proteccionismo de los ingleses no tiene límites! Finalmente, Emilio, mi novia asexuada para los asuntos metafísicos del golf, me ha llamado emocionado para la partida de mañana. He comprado cacahuetes, una lasaña y medio melón para cenar. Por el camino, he tenido que frenar con brusquedad y el melón ha llegado hasta el parabrisas y al perro le ha caído sobre el lomo la rejilla, aunque del susto ni siquiera ha rechistado. La primera cucaracha del verano se ha colado en la cava de los vinos y, allí mismo, ha fenecido, supongo, cuando le he aplicado al armario medio bote de cucal. Veremos si no hay que tirar todos los vinos por el contagio del nuevo bouquet. He cenado sobre la terraza y bajo las estrellas. De más, como siempre. Allí soy capaz de mantener algunas conversaciones trascendentes, sentirme alguien todavía y mirar al cielo con ingenua indagación. Ha sido en ese preciso momento cuando una bola de fuego y luz se ha descolgado lentamente hasta desaparecer por completo muy cerca del horizonte sobre el mar. Después, como cuando era un niño de verdad, he pedido un deseo entre los muchos que se atropellaban en mi cabeza. Si es verdad que esa bola de luz y de esperanza es una señal del cielo, las cosas deberían comenzar a cambiar.

No hay comentarios: