viernes, 6 de noviembre de 2009

Corrupción y Termodinámica.

Todo, menos lo que ya sabemos, goza de una razonable explicación. El Segundo Principio de la Termodinámica es el padre de todos los principios de la Ciencia. Una de sus innumerables definiciones dice así: "La cantidad de entropía de cualquier sistema aislado termodinámicamente tiende a incrementarse con el tiempo". La entropía, por otra parte, obedece a conceptos como " Tendencia natural a la pérdida del orden" o "Grado de desorden que poseen las moléculas de un cuerpo". El físico y novelista inglés C. P. Snow (1905-1980) decía que "desconocer la Segunda Ley de la Termodinámica es como no haber leído nunca una obra de Shakespeare". Pero ha sido su compatriota el químico Peter Atkins quién más ha contribuído a que los ciudadanos de a pie nos acerquemos a la comprensión de ese "algo caótico" Principio, diciendo que la idea de que el mundo tiende a ir peor, que sucumbe sin propósito alguno a la corrupción -referida a la calidad de la energía-, es la gran idea encarnada en el Segundo Principio de la Termodinámica. En definitiva, unos y otros expertos nos desvelan cómo el Universo se degrada imparablemente a medida que la energía y la materia se expanden de forma desordenada.
Pues bien, si con algo de humana imaginación llamamos energía a los hombres y mujeres que manejan destinos y recursos de otros hombres y mujeres, y materia, a las ansias desmedidas de enriquecimiento monetario de los primeros, deberemos concluir que el Segundo Principio de la Termodinámica está razonablemente entroncado con la corrupción actual en un sistema sin tapujos e ilustrado que acierta a llamarse España. Y no le demos más vueltas. La corrupcion generalizada e insufrible que se expande como un gas fétido desde A Coruña hasta Almería y desde el Golfo de Cádiz hasta el Cabo de Creus, no es otra cosa que la "inocente" consecuencia del más famoso Principio de la Física. Ahora ya lo vamos entendiendo, hasta tal punto que deberíamos -una vez tomada la suficiente conciencia- sentirnos solidarios. Solidarios con la desordenada expansión de materia y energía a cuyas formas de chaqueta y sonrisa o entallados vestidos de Vittorio y Lucchino no les importan los fondos.
Tampoco resulta muy dificil entender que el proceso, la corrupción, haya ido en aumento. ¡Naturalmente! Es la tendencia del Universo, la tendencia natural a la pérdida del orden, o dicho en términos de información "el grado de incertidumbre que existe sobre un conjunto de datos", lo cual nos conduce de inmediato a comprender y/o justificar, que una reparación pueda costar cinco, quince o cincuenta veces más de lo recomendable, o que unas partidas destinadas a unas cosas se dediquen a sus contrarias, o que 100 más 100 no sean doscientos sino dos por las pérdidas energéticas experimentadas en el proceso de transferencia.
Volviendo al molesto concepto de entropía, ésta aumenta inexorablemente al eliminar las restricciones de un sistema que en su origen gozaba de un orden previo establecido. Por tanto, también resulta fácil preveer que dejando a un lado las restricciones que se derivan del sentido de la responsabilidad, la dignidad, la honestidad, la eficacia, el sacrificio, la vocación de servicio, el respeto a otras fuentes de energía y el sentimiento de culpabilidad, el sistema alcance valores extraordinarios de incremento entre la entropía inicial y final -que así es como se mide- y, en consecuencia, se llegue a determinados niveles de degradación, es decir, de ir a peor en la estructura de un proceso absolutamente irreversible -como todos los procesos de la naturaleza- que a la postre viene a refrendar, con todo su corrupto esplendor, el Segundo Principio de la Termodinámica.
¡Gracias corruptos de todos los Gobiernos, Organismos y Ayuntamientos de España por haberme hecho comprender, por fin, tan enrevesado y, sin embargo, gráfico Principio!

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